domingo, 13 de enero de 2019

2018 - 2019

Vaya que el año viejo me ha dejado con sentimientos algo revolcados... Por un lado, he de decir que 2018 fue un año lleno de aprendizajes tanto a nivel personal como a nivel profesional. He ido desarrollando progresivamente habilidades que pensaba que ya estaban listas, como la gestión emocional y la resiliencia. También fue un año que me retó intelectualmente, en el que me decidí a aprender cosas que pensaba que ya sabía. Fue un año de descubrimientos y, sobretodo, de reconocer que aún tengo mucho por aprender.

Dentro de las cosas que me dejó el 2018 fue haber sumado dos a mi lista de países conocidos: Suiza y Brasil. Fue un año de reencuentros con amigos, y de cosechar aquellas amistades que son más cercanas. Fue un año de retos laborales, que me fortalecieron profesionalmente.

Pero, por otro lado, también fue un año de sinsabores. Un año en el que algunas cosas no salieron como esperaba. En el que me "rechazaron" de diversas maneras. Y aunque ahora estoy viviendo las consecuencias de esos "rechazos", también se han convertido en la oportunidad de aplicar eso de "caer para levantarse más fuerte".

2019 plantea unos retos grandes, plantea oportunidades de seguir creciendo, de no desfallecer, de poner en práctica al máximo todo eso que he ido aprendiendo y estudiando. Este año inició con un ritmo acelerado, con presiones y demandas que tendré que balancear.

Cada día se convierte en una oportunidad, no sólo para aprender, sino para hacer y para valorar las cosas que se han hecho. Bienvenido 2019 con todas las cosas que traigan. Y como recientemente leí en el libro de Michelle Obama: uno controla lo que puede controlar. El techo lo pones tú.


No hay comentarios:

Publicar un comentario