lunes, 20 de agosto de 2018

¿Competencias? Cambios requeridos para que los jóvenes las desarrollen


La definición del término competencia no es simple; aún así, recientemente he leído varias publicaciones de diversa naturaleza, desde resultados de estudios económicos y sociales, hasta artículos de opinión, en donde se hace referencia recurrente a las competencias que los jóvenes y adultos deben desarrollar para lograr éxito en un entorno, cada vez más cambiante y más incierto. Sin embargo, a pesar de que celebro la creciente atención que están recibiendo las competencias en la academia y en las empresas – y por ende, en la transición entre la primera y las segundas –, me inquieta ver la (¿poca?) atención que se les está prestando a estudiantes y profesores frente a este tema.

En otras palabras, ¿qué piensan los profesores y los estudiantes acerca de la necesidad de aprender competencias?, ¿cuáles son sus temores y cuáles son sus motivaciones para hacerlo o no?, ¿y cómo podemos apoyar este proceso? Recuerdo de mis años de universitario que la mayor preocupación mía era la de adquirir los conocimientos y competencias técnicas que me brindaba la academia; y también recuerdo que nunca tuve una preocupación explícita por desarrollar las competencias socioemocionales o blandas que hoy se mencionan tanto y que, la vida laboral, me ha mostrado como requerimientos para ser exitoso, y para sobrellevar los retos que el entorno laboral me ha planteado.

Es así como, tanto la experiencia laboral como la experiencia académica que he tenido hasta ahora, me siguen planteando estas preguntas. Y es quizás mi interés por procurar una transición exitosa desde la academia a los entornos laborales, y por establecer vínculos entre ambos, lo que me ha llevado a indagar directamente a estudiantes y profesores universitarios en Colombia acerca de estos temas. Los resultados son inquietantes.

Mientras que los estudiantes reconocen diversos intereses en términos del desarrollo de competencias, pasando desde las competencias técnicas, las socioemocionales y relacionales (por ejemplo la comunicación y la empatía), y las competencias sociales (que han sido más notorias en estudiantes de universidades públicas y que se vinculan con el entendimiento de las realidades sociales y con la proyección de cómo los conocimientos técnicos deben apoyar el desarrollo de la comunidad y de la sociedad en general), muchos de los profesores con los que he hablado mantienen una postura tradicional frente a las mismas, considerándolas como una instrumentalización de la educación al servicio de las empresas.

Esta postura de los profesores, así como su desencuentro parcial con las necesidades y expectativas de los estudiantes mismos, y de la sociedad en general, supone un reto para los entes administradores y gubernamentales encargados de plantear políticas públicas educativas. Supone, sin lugar a dudas, ampliar el campo de análisis, y profundizar con mayor rigor en las necesidades y expectativas de los profesores con relación a asumir activamente el desarrollo de las competencias, técnicas, socioemocionales y sociales, de sus estudiantes, abarcando no sólo su comprensión frente al tema, sino también las competencias que ellos mismos deben desarrollar para facilitar su desarrollo en sus estudiantes. 

También es un llamado de atención para las organizaciones en virtud de generar más espacios de acercamiento entre la academia y la empresa, no sólo a través de programas de practicantes universitarios, sino de programas integrales del desarrollo del talento joven, proyectos de investigación e innovación cofinanciados y codirigidos, y la vinculación de académicos (profesores y consultores) en la búsqueda de soluciones a problemas del entorno laboral. Sin duda, la implementación de este tipo de acciones permitirá que los profesores amplíen su concepción acerca de lo que implica el desarrollo de las competencias, pero también permitirá que los estudiantes se preparen para afrontar los retos del mundo laboral, incluso desde antes de terminar la Universidad. El desarrollo de personas y sus competencias tiene una fuerte tradición empresarial; por ello, las organizaciones han desarrollados estrategias de desarrollo que podrían también ser aplicables a entornos educativos, impulsando así una preparación más completa de sus estudiantes. 

De igual manera, este tipo de iniciativas y proyectos compartidos beneficiará a las organizaciones, al poder contar con profesionales preparados integralmente para afrontar los retos técnicos, humanos y sociales del mercado; beneficiará a la innovación, al pasar de ser meros consumidores de los adelantos hechos en otros lugares del mundo, a ser productores de conocimiento teórico y aplicado y, por supuesto, beneficiará al crecimiento de una economía diversa en donde podamos exportar ideas y técnicas, así como hacer más eficientes nuestras propias prácticas. 

Tenemos mucho por hacer, así que... ¡Manos a la obra!



Algunos links que hacen mención al tema:


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