Soy muy malo tomando decisiones. Por años, a decir verdad desde que soy consciente de mi, se me ha dificultado decidirme. Cuando estoy en un momento en que debo escoger A o B, siempre trato de aplazar la decisión, con tal de explorar y de anticipar las posibles consecuencias de cada opción.
Y pese a que siempre tengo una opción favorita, se me dificulta arriesgarme y asumir los resultados de mis decisiones sin haberlas anticipado y analizado previamente.
Hoy, cuando estaba jugando un Sudoku, fui consciente de que incluso allí me cuesta arriesgarme. Mi necesidad por anticipar, analizar y buscar certezas antes de poner el número que creo que debe ir, es un indicador de mi miedo a errar, a cometer errores y a no sentir que soy bueno en algo.
¿Se podrá decir que soy perfeccionista? O acaso, ¿seré más bien controlador? O incluso, ¿podré decir que soy analítico al extremo? Creo que más que todas esas opcionea juntas, que son parcialmente verdaderas, puedo decir que temo al fracaso.
Es verdad, no me han enseñado a fracasar, y lo peor es que aún no he aprendido cómo gestionar el fracaso, cómo sacar provecho de los desaciertos para aprender, para crecer, para ser mejor.
Ahora, mientras escribo esto, pienso también en cómo sucedió esto... Quizás, desde mi educación temprana, me acostumbraron a que debía hacer las cosas bien, que en este mundo no hay espacio para el error. Pero, más importante que pensar en el origen de todo, es hora de pensar en qué voy a hacer para cambiar, para resignificar esta red de creencias que, al final, son dolorosas y difíciles de gestionar.
Debo reconocer y saber que equivocarse no es malo; que no ser el mejor en algo, no me hace mala persona, es más, me hace más persona, me hace más humano al saber que, como todos, tengo fortalezas pero también debilidades, que tengo luces y sombras como dice una amiga cercana, y que desde allí, desde lo básico de mi humanidad, puedo brillar como persona, como profesional.
Y ahora que soy consciente de ello, que soy un consciente incompetente en este momento porque, aunque lo he reconocido, aún no sé cómo moverme de allí, ahora que estoy en este momento de luz, todavía me queda un largo camino para empezar ese camino de transformación que me permitirá gestionar de manera más eficaz mis temores.
Tal como dice una de mis mejores amigas: "it's ok not to be ok". Está bien no estar bien, lo importante es no quedarnos en ese estado por mucho tiempo, buscar caminos que puedan cambiar la historia, y sobretodo arriesgarse a caminarlos.
Por ahora, me comprometo conmigo a encontrar esos caminos y a dar los primeros pasos. Tengo miedo, sí. Pero también tengo voluntad, y ahora debo entender cómo el miedo y la voluntad pueden ir juntos de la mano. Me pregunto... ¿Cómo me podrá ayudar el Coaching en este camino?
**imagen tomada de :http://www.sachsentext.de/en/taxonomy/term/143
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