“Convertirse en facilitador del aprendizaje, más bien que en profesor, es un asunto peligroso. Implica incertidumbres, dificultades, y retrocesos, y también una aventura humana llena de emociones, cuando los alumnos comienzan a mostrar sus frutos, […] No tengo palabras para expresar cuánto me gustaría que alguien agitara esa varita mágica para convertir la enseñanza en facilitación” (Rogers, 1964, p. 2).
La necesidad de transformar los ambientes de aprendizaje y, sobretodo, las prácticas docentes que ocurren en las instituciones educativas, no es nueva. Sin embargo, tras mucho intentar, parece que aún no logramos encontrar la varita mágica, la solución definitiva, que nos permita conseguir la transformación requerida.
Peor, o mejor aún, no debemos guardar la esperanza de encontrarla. No existe una solución única que responda a todos los retos que afrontamos en los entornos educativos actuales, ni podemos pretender que una nueva metodología sirva para todos en la misma intensidad.
Lo que sí podemos hacer, entonces, es asumir una postura crítica y de curiosidad que nos permita embarcarnos en el viaje del cambio, que nos ayude a revisar constantemente cómo están nuestras prácticas docentes, que nos facilite el análisis de las necesidades de nuestros estudiantes y de los retos que ellos mismos afrontan, que promueva conversaciones efectivas entre todos los actores del proceso educativo (sí, incluyendo a los directivos) y, en resumen, que nos mueva a buscar el crecimiento personal y profesional continuo, y el aprendizaje para toda la vida.
El Coaching, y su aplicación a los entornos educativos, es una oportunidad muy valiosa para conseguir todas estas cosas, y cuyos resultados ya empiezan a ser documentados en múltiples instituciones y países en todo el mundo.
Conócenos y permite que seamos parte de este cambio; de tu cambio.
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